CINE DE BARRIO

Cuando los muertos van al cine

no llueve en París

 y la sala se llena de moscas.

 Los muertos no se toman de la mano

 pero lloran,

 cae sal de las nubes

 y los perros se convierten en paraguas.

 Humphrey Bogart, el Gordo y el Flaco

 se dan una vuelta de cordero y nada sucede.

Una anciana defeca alegremente

 para que pueda salir la luna,

 la noche se llena de melones eternos.

 Cada butaca es una sepultura,

 los muertos vuelan por el techo,

de sus intestinos caen árboles;

pasa una manada de elefantes.

Dios prosigue la película,

 sucede como un tren con zapatos;

 se escucha un redoble de gusanos.

 al final el cine estalla

 y se enciende una lámpara de sangre.


Ramón Rubina