DESPÍDETE HOMBRE
Despídete hombre,
de lo que conociste,
despídete del día,
de sus ojos
que se cierran para tí,
de su mirada
donde el agua
canta.
Al aire
dile adiós,
a los pájaros
que huirán
cuando tu corazón
se recoja
como un pez
en tu sangre
y no vuelvas
a escucharlo.
Despídete tranquilo,
sin prisa,
dile a los que amas
que te vas,
prepáralos
al viaje,
a tu ausencia
que ha de acompañarlos
hasta el día
en que también
serán ausencia.
Recoge
el dolor
que dejaste
y
pide perdón,
llévalo contigo,
será tu cicatriz.
Sin lágrimas
abandona esta casa,
no dejes
al rencor
sentado
junto
a los tuyos,
abre las ventanas
y abrázalos,
así,
largamente,
para
que entre el aire
cuando te vayas.
Y no mires
atrás,
no hay más que sal,
llevas contigo
tus raíces.
Sales
en busca
de la claridad,
aunque
sea oscuro
el nuevo camino,
ten fe
en el viaje.
Sólo
regresas,
aunque lentamente,
a la luz,
a esa que muchas
veces negaste,
y ahora
esperas
ver
como una luciérnaga,
una lámpara,
o una estrella
esperándote
a orillas
del
sendero
para guiarte
ahora
que ya vuelves
para siempre,
ya sin tiempo
a tu verdadero
hogar,
a que te den
ropa más limpia,
y
la
bienvenida.
Ramón Rubina
Ilustración, Andrew Wyeth