PASAJERO

Pero

de que hablo?

de que cielo vengo

que me siento pasajero

de este mundo.

Es como si recién bajara

de un tren,

en  lo extraño,

con una maleta

llena de nubes.

de nada soy dueño

y lo amo todo.

A las hormigas,

las estrellas,

al invisible

que sangra

en las esquinas

como Cristo

en su madero.

No entiendo nada,

ni la riqueza,

ni el dinero,

ni el orgullo;

tampoco el dolor

de los niños

ni la soledad

de los viejos,

su abandono

con la boca abierta

en los hospicios,

ni a mí mismo

cuando camino

y de mi sombra salen

árboles

negros,

tan oscuros

que lloro

de vergüenza

y miedo.

No soy ingenuo,

no creas,

el hombre ha forjado

su destrucción

y su abandono,

su propio ángel

de sangre

y fuego.

Pero también

hay hombres

buenos,

sanos

como relámpagos,

duros

como rayos

y tiernos

como

si recién volvieran

a nacer.

a ellos me adhiero,

a su raíz,

a sus luchas,

a sus derrotas

que no son derrotas

si no demoras

tristes

de una verdad

que nunca llega

o vaga

por la tierra

con los ojos

vendados.

Pero aún así

no entiendo nada;

sin considerarme

extraño,

o  lejos

de mis semejantes,

camino

como si este mundo

fuera

un instante

por donde paso

y continúo

o espero un nuevo tren

que me lleve

al sur,

a donde

vives

como la lluvia

y

la

luz

a  la que

llegaré

algún día.

¿Por qué

te digo

 todas

estas

 cosas?


Ramón Rubina


Ilustración, Miguel Ángel Huerta